Adán
El primer mensajero del Dios amado. Decidiste ocultarme de la
historia, donde en tu veinteañera edad, tomaste el celo de quienes andaban por
pares gravitando el mundo paradisiaco ideal. A la conveniencia de quién eres,
lo que representas para los patriarcas, de esta profana tierra.
Hecha del mismo barro, me fugué a los brazos de demonios que
sabían despertar en mí la pasión que nunca alcanzaste a proveerme. Snvi, Snsvi y
Smnglof trataron luego de convencerme a volver. Ahora me temen, me llaman
capital de la Lujuria. ¿Qué sabrías darme que no lo hicieron los cuatrocientos
que se postraron a mis caderas? Nunca hallamos armonía juntos, no sabías
comprenderme. Iblís, mi pastor, tampoco se postraría ante ti.
Esperaste
de Eva, tu otra costilla, la sumisión. Pero también la injuriaste de tentaciones
que se infundieron en el conocimiento de la desnudez. Las mujeres codiciamos sabiduría.
Iniciamos el albedrío. Estamos arrojados al mundo, discernimos lo bueno de lo
malo, pero nadie murió. La mentira ciega de felicidad ingenua. Nadie vivirá
para siempre.
Expulsados
del paraíso. Ahora cargas la vergüenza de una maldición, con el sudor de tu frente
harás del trabajo el fruto, y del fruto tu trabajo. Transformarás del trigo, la
harina, el pan que restituye un mundo futuro, venidero del Emmanuel. Poblarás
la tierra con creaciones imperfectas y pondremos en el huerto las flores que desharás
para cubrir el recuerdo de un jardín, Edén.
15/01/2023
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