Iscariote
Pérfido que atraviesa una daga
por treinta siclos, vendida el alma
con un beso señalizaste guardias
para apresar al ungido, vos, electo.
¿Sabías revelar nuestra profecía?
Si Dios omnipotente, demiurgo
te hizo instrumento del plan divino
habiendo cumplido la promesa,
poseíste secreto redentor del Orbe.
Morando en la oscuridad, depositario
del desprecio colectivo rabínico,
cargarás el permanente desdén
bajo el mandato de insurrección
que redime la salvación del hombre.
Horrorizados de esta envoltura material
has sido partícipe de la desventura
por condenación acusado y eximido
de nimiedades cargadas en impía negación:
en tu falsedad llamaste al estiercol
una vida comprada en tetradracmas,
en tus ojos putrefactos la codicia
soberana de fornicación libertaria.
Reino de luz inmaterial, perene,
de gracia saturada al universo físico;
quien aceptando infierno permanente
derrama las vísceras en campo abierto
imperfecto camino, interior salvado,
sufriendo condenatoria de Potestad Superior
viciado del castigo morador profetizado,
se te verá yacer en implacable fuego eterno.
Con presunción del tiempo mancillas
la forma de la carne, maldices la promesa
sin muerte, arrepentimiento o destitución
con la estrella errante despojada tu luz
Te escribo en Doxología absoluta
para aplacar la tentada caída usurpada
y revelar la servidumbre ilusoria
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